Un día, cansado de tanto correr tras mis sueños para hacerlos realidad, me di cuenta que la distancia que nos separaba, entre ellos y yo, no era más que el Miedo a no poder alcanzarlos nunca. Como Forrest Gump, dejé de correr y por un momento pareció que se perdieron en el horizonte para siempre, sin comprender la razón.
Después de un tiempo, cuando abandoné la angustia y desazón por su pérdida, me di cuenta que Mis Sueños anidaban en mi corazón. Sorprendido por el hallazgo , los escuché con cariño , me abracé a ellos y me enseñaron el camino a seguir.
En ese instante descubrí que correr no era la solución. Reconocí en mí, la desesperación de querer escapar de la realidad que vivía y que no me gustaba. Ese era el verdadero motivo de mis continuas carreras a ninguna parte.
Ahora estoy aprendiendo a caminar atento, en paz y con atención de la mano de mis sueños. De los que de verdad anidan en mi corazón y que necesito realizar por mí.
Y tú:
¿corres o caminas? ¿Despiertas o duermes aún? ¿Vives o sobrevives?
Obsérvate con Atención y respóndete
Ricardo González Roca Fonteneau